Las convivencias de juveniles de este año fueron un tanto especiales este año, ya que fue la primera vez que fui como catequista. Fueron unas convivencias realmente necesarias para mí porque realmente no estaba bien ni conmigo mismo ni con Dios. Lo que más me gustó de las convivencias fue por un lado la "piña" que hicimos entre todos, catequistas y chavales, que me permitió conocer más de ellos y a abrirme e intentar que conocieran un poco más de Jesús a través de mí. Ahora me noto más unido a ellos y más comprometido con todos los chicos de juveniles (aunque no sean a los que doy yo las catequesis) y también con esta maravillosa parroquia que Dios ha puesto en mi vida, que es algo que llevo dando gracias desde que llegué. Ahora me encanta pasar el tiempo con ellos y con mis compañeros catequistas porque son personas que realmente me satisfacen personal y espiritualmente, porque son gente que hagas lo que hagas (sea comer una hamburguesa o disfrazarte de Buzz Lightyear) siempre te van a aportar cosas nuevas y buenas. Estoy deseando que lleguen las siguientes convivencias, para seguir dando (o intentando dar) lo mejor de mí mismo y que sea un buen ejemplo de lo que queremos todos los catequistas, es decir, que ellos vean a Jesús en nosotros, que es en definitiva por lo que estamos aquí y por qué le seguimos. Gracias a Pilar, Ana, Chema, Jorge, Yessenia, Mery, Patricia, Almudena, Estefanía por ser una fuente de inspiración, ser unos buenos compañeros ejemplares y por tirar de mí muchas veces, gracias a los padres también porque habéis sido partícipes de que todo esto saliese genial y también gracias a los chicos ya que me han enseñado también cosas de Jesús totalmente nuevas para mí.
